En su turno, el arquitecto Javier Senosiain expresó su convencimiento de que la tendencia en esta disciplina es el retorno hacia lo natural y hacia lo humano.
Bajo estos principios ha desarrollado proyectos arquitectónicos que emulan animales, flores, cuevas, esta última como un espacio de identidad natural del hombre. Casas habitación en cuyos interiores se reconocen túneles, uno de ellos de 16 metros que en extensión rebasa la norma, pero en intención cumple con el objetivo de efecto psicológico esperado. Aves, como la del baño de la casa El tiburón, que una de sus alas es utilizada como espejo mientras que de la otra sale la luz, del pico el agua, de las patas los manerales del agua fría y caliente, y de la cola el sostén del papel sanitario.
En la naturaleza no existen líneas rectas, señaló, al menos no en el mundo animal ni en el vegetal. Los animales adaptan las formas de su vivienda a su cuerpo, quizá el único animal que no adopta las formas envolventes es el hombre. “Vivimos dentro de un prisma rectangular, volteamos hacia arriba y vemos cuadros, miramos hacia enfrente y vemos cuadros…la antítesis de estas casas es que el hombre desde que nace va pasando de caja en caja durante toda su vida hasta que muere y se le coloca en otra caja”.
Tras decir esto agregó el profesor de la UNAM y secretario académico de la Facultad de Arquitectura: “nosotros como profesores contribuimos a que el alumno pierda paulatinamente su libertad, su creatividad y espontaneidad, el niño entonces termina pareciéndose a sus casas, a sus propias cajas, haciéndose la vida de cuadritos”.
El concepto que prevalece en sus obras surge de la interpretación que hace de la naturaleza, ejemplo de ello es la serpiente que en su estructura, de manera virtual, entra en el terreno, después sale y se vuelve a meter. En la cueva que quedó del terreno se instaló la cabeza y en el cascabel se colocó el depósito de agua, en el interior del reptil se construyeron 10 casas.
Para Senosiain, quien reconoce influencia de Barragán, de Gaudí, de Henri Moore, de Frank Lloyd Wright, entre otros, la naturaleza es la que guía y da forma a su estilo, lo identifica a sí mismo y plantea de manera implícita la simbiosis prístina entre el hombre y el paisaje.
*Nota realizada por la periodista Estela Jiménez Durán, durante la exposición gráfica, ciclo de conferencias y visita a las obras de los ponentes, titulada: 17 maneras de interpretar la mexicanidad a través de la arquitectura (UAM-Azcapotzalco), que el Arq. Eduardo Langange presentó del 14 al 28 de julio de 2008.
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